Un ecosistema es definido por un conjunto de comunidades que conviven en una determinada región, siendo afectadas por factores abióticos como el clima, el suelo, la incidencia de la lluvia, luminosidad, presión y viento.
Un ecosistema puede ser terrestre o acuático. El primer tipo se refiere a todos los biomas de la tierra, mientras que el ecosistema acuático está formado por los océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, glaciares y los recursos hídricos subterráneos.
De modo general, los tipos de ecosistemas acuáticos pueden ser divididos entre los marinos y los de agua dulce.
Los ecosistemas acuáticos son responsables de la conservación de la biodiversidad marina y la supervivencia humana.
Importancia de los ecosistemas acuáticos
Los ecosistemas acuáticos son esenciales para la preservación de la biodiversidad marina y para la supervivencia humana.
Esto porque — además de las millones de especies de animales, vegetales y microorganismos que dependen de los ecosistemas marinos para sobrevivir — es justamente de este ecosistema que se extrae un recurso indispensable para la vida: el agua.
A pesar de ello, la biodiversidad marina es constantemente amenazada por las acciones del hombre, que destruyen los ecosistemas acuáticos por medio de la pesca ilegal, la acuicultura y la contaminación.
Evitar la contaminación de ríos, lagos, mares y océanos es la principal manera de preservar este importante ecosistema y valorar la vida de las diversas especies de animales y vegetales que lo habitan; ya que, cabe señalar, los ecosistemas marinos suelen ser de los ecosistemas más ricos en cuanto a especies de flora y fauna que suelen encontrarse y que interactúan en ellos.
La conservación de los ecosistemas acuáticos también es importante para asegurar la economía y supervivencia de las familias y pueblos que dependen de actividades ribereñas para sobrevivir, como lo es la pesca en lagos, ríos y en la costa.